martes, 24 de febrero de 2009

El suicidio

De todos los fenómenos naturales, pocos son tan interesantes y morbosos como el suicidio. Si bien el momento de la aparición del suicidio es desconocido, sí se sabe que es anterior a la aparición del hombre, la vida, el universo y “Saber y Ganar” (si bien este último dato causa hasta hoy controversia científica). Aparte, tal y como demostró Stephen Hawking en su libro “Diez secretos del Universo que no me ayudarán a andar”; el suicidio existe en todos y cada uno de los universos paralelos.

La rama de la ciencia encargada de estudiar el suicidio es la odontología. Gracias a sus trabajos, a día de hoy sabemos que el único ser vivo incapaz de suicidarse es la coliflor.

El suicidio ha tenido una importancia capital en la historia de la humanidad, en el sentido de que ha hecho que muriesen muchas personas. El suicidio prehistórico es un tema interesantísimo y de tremenda repercusión social y es por ello por lo que no hablaremos de él.

Es en Egipto, hacia el año 2048 AC donde los atentados contra la vida propia comienzan a tener una popularidad importante. Nacen así los suicidios colectivos y el suicidio artístico, siendo (en palabras del faraón Mentuhotep III) “un espectáculo de tremenda sensibilidad y talento”. De hecho, hoy sabemos que el holocausto de los primogénitos del que habla la Biblia fue en realidad un suicidio colectivo organizado por Moisés.

Múltiples personas de tremenda inteligencia de la Grecia y Roma clásicas, tales como Sócrates o Séneca, cometieron suicidio; lo cual nos hace pensar que tal vez no eran tan inteligentes. En aquella época era común cortarse las venas en una bañera para que así la sangre pudiese ser empleada para la manufacturación de morcillas.

En la Edad Media el suicidio perdió importancia, haciéndose más populares otras técnicas de muerte como la horca o la hoguera. De todos modos conocemos que en aquella época el método más empleado era el lanzarse al vacío desde torres, tal y como nos dicen obras como “La Celestina” que al ser de ficción contienen información de indudable certeza.

Pero sin duda alguna el suceso más importante para la historia del suicidio fue protagonizado por Fermat. Fue él quien planteó una regla de tres que al resolverse descubriría un dato fascinante. Esa regla de tres es la que sigue:

1 noche de sueño------------------- 1 pastilla para dormir

Infinitas noches de sueño------------------- X pastillas para dormir

Así Fermat se convierte en el primer matemático en descubrir algo útil para la vida real. De todos modos su descubrimiento fue injustamente descategorizado y olvidado ya que en su época no existían los medicamentos.

Fermat debería esperar hasta el siglo XX (es una expresión, ya que murió antes) para que su fórmula saliese a la luz y cobrase fama. Comienza así la III extinción humana, hecho sobre el que, hasta hoy, nadie se ha atrevido a hacer una película.

El suicidio pasó a ser una muestra de buen gusto y múltiples artistas lo emplearon como método para aumentar las ventas. Hacia 1950 la situación era insostenible y se calcula que todos los habitantes del mundo habían intentado suicidarse al menos dos veces. Se declara así el estado de emergencia y los pocos supervivientes se guarecen en cápsulas de hibernación para reprimir sus deseos de tomar barbitúricos. Muchos historiadores consideran que analizando las horribles modas que tendrían que vestir esos hombres, más les habría valido no haberlo hecho.

En la actualidad el suicidio se mantiene con una celebridad moderada. Es de mencionar que en Japón es deporte nacional y “100 metros vacío” es una categoría Olímpica desde los juegos Barcelona 1992 (en los cuales ganó nuestro compatriota Vladimir Krutoski, quien desgraciadamente no pudo recoger la medalla).

El suicidio no profesional produce hoy en día opiniones dispares. La ciencia ha desarrollado múltiples métodos para evitarlo, tales como los antidepresivos y los masajeadores de cabeza. Sin embargo, la mayoría de los que intentan suicidarse reinciden, lo que nos hace pensar que la experiencia debió ser agradable.

Por último deseamos informar que la intención de este artículo es meramente informativa y que en ningún modo trata de inducirte a suicidarte. En todo caso “obligarte” sería una palabra más adecuada.